A continuación puedes leer el relato y el microrrelato de Febrero. Ambos forman parte del reto de escritura creativo #EstrellasDeTinta creado por Katty. Puedes pasar por su blog para leer las normas y entender un poco mejor de qué va todo esto.
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Por amor al arte.
Relato de Febrero:
Terminé de remover el café con suavidad para que se mezclara bien con la leche, saqué la cucharita y la chupé con deleite fijando la vista en el otro lado de la mesa. La chica abrió los ojos a la par que se le ponían coloradas las mejillas. Sonreí. Ella se dio cuenta y miró rápidamente hacia su plato.
Me hacía mucha gracia molestarla, por lo visible que era su incomodidad. Aún así no se quejaba ni decía nada. Tomé un sorbo de mi café y volví a prestar atención a la tablet en la que estaba poniéndome al día.
Seguí leyendo, por lo visto más de 300 terremotos de pequeña magnitud habían sacudido Granada. No eran raros los movimientos sísmicos en la zona pero algo me olía mal. Eché un vistazo a otro par de periódicos para comprobar si mis elucubraciones iban por buen camino.
Años atrás los García, una familia que se creía la mafia de Andalucía, habían estado metidos en temas de robos a gran escala e incluso compra-venta ilegal de obras de arte. Antes de seguir atando cabos llamé a mi mano derecha.
—Pedro, los García están metidos en algo. Necesito transporte. Que todo esté listo para hacer mi magia.
Colgué sin esperar respuesta y me levanté de la mesa ante la atenta mirada de mi compañera. Decidí hacer una última trastada antes de irme. Me acerqué lentamente a ella moviendo las caderas de forma sexy con la intención de que se fijara en mi cuerpo voluptuoso, me incliné sobre ella, que pasó con rapidez de la intriga al miedo y dejé un pequeño beso en la comisura de sus labios.
—Me voy a hacer unos recados, cariño, estaré fuera.
Antes de salir me fijé en su cara reflejada en uno de los espejos. Tenía las mejillas encendidas y la boca abierta. Ella esperaba lo peor de mí como súper villana… así que hacía lo contrario.
Poco después estaba sentada en el avión rumbo a Granada. Aproveché la hora de vuelo para colarme por ciertas puertas de atrás y actualizar la información que tenía sobre los García. «Bendito internet».
Alguien había usado los terremotos como excusa para apropiarse obras de arte. No podía asegurar que fueran robos, podía resultar algún tipo de compra fuera del radar. Quizás los dueños habían aprovechado para defraudar al seguro y embolsarse el dinero.
No soy un alma cándida que quiera devolver el arte a los museos, tampoco tengo compasión alguna por las empresas de seguros. Pero en aquella ocasión sí tenía un interés personal. En 2017 se celebró una subasta en la que casi conseguí mi obra favorita de Evariste Vital Luminais. Desde entonces unos cuantos cuadros habían pasado por mi despacho pero siempre había sentido que aquel lugar estaba reservado para ella. Si mis deducciones eran correctas al final del día podría tenerla en mi poder.
Ramón, el cabeza de los García, vivía en una villa a las afueras. Hacía años habíamos tenido nuestro roce pero no había vuelto a verlo.
No me sorprendió encontrarle esperándome con una sonrisa en la entrada. A sus espaldas la puerta quedaba entreabierta y entendí aquello como una invitación.
—Mi querida Vi, ¡cuánto tiempo sin vernos! —exclamó, tomando mi mano para besarla.
—Súper villana para ti, querido —contesté mientras me limpiaba el dorso de la mano contra los pantalones sin ningún disimulo.
—Por supuesto.
Asintió y se giró para entrar en la mansión. Eché a andar tras él mientras con una mano hacía una señal a Pedro para que se quedara junto al coche, no pensaba tardar demasiado.
Cruzamos varias estancias antes de llegar a una puerta de metal con un panel al lado en el que introdujo rápidamente una serie larga de números. Sonó un chasquido y él se giró hacia mí para invitarme a pasar a lo que parecía un ascensor. Entré mientras pensaba en lo estúpida que es la gente, se creía que no era capaz de quedarme con la clave, «menudo iluso».
Al bajar sentí que los oídos se me taponaban haciéndome consciente de lo mucho que estábamos bajando. Miré a Ramón alzando una ceja en una pregunta silenciosa, aproveché para fijarme detenidamente en él. Le estaba costando mantener la pose de tranquilidad y control. Una gota de sudor bajó de forma escandalosa por su sien. Lo tenía en el bote.
Sonó una campanita y se abrieron las puertas a lo que parecía una gruta. Las paredes eran claramente un túnel subterráneo.
—¿Bajo tierra? —pregunté sin ocultar mi admiración.
Hinchó el pecho en como un macho orgulloso y asintió.
—Ya conoces mi amor por el arte Vi…
—Súper villana —puntualicé con sequedad.
Carraspeó. Era la segunda vez que le corregía y habíamos intercambiado apenas diez palabras. No estaba para tonterías ni había venido a jugar.
—Sí… —con una mano señaló uno de los pasillos a la derecha, por el que nos adentramos— supongo que no me equivoco al creer que has venido por un cuadro particular.
—La sirena.
—De Luminais, gran elección, recuerdo que hace unos años te interesaste por ella. La tenía una señora muy desagradecida, bajo llave, muy triste. La última vez que estuvo en subasta alcanzó los 6.800€… creo que podríamos llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
Se paró delante de un hueco oscuro en la pared que se iluminó al pasar la mano por un lateral. Allí estaba mi sirena esperando, tan preciosa.
—Gracias por conseguirla para mí Ramón, me la llevaré ahora.
Sus ojos reflejaron la confusión en la que lo había sumido con aquella frase. Nos miramos en silencio durante unos segundos.
—¿Me haces el favor de descolgarlo?
La pregunta iba con retintín y me estaba regodeando, era plenamente consciente, de hecho la sonrisa que adornó mis labios nada más terminar de hablar se lo dejó claro.
—No hemos acordado el intercambio.
Se estaba enfadando.
—Por supuesto, —me llevé un dedo a la barbilla y di tres golpecitos mientras hacía como que pensaba— tú me das el cuadro y yo te dejo con vida.
Se llevó la mano al pecho y abrió la americana que llevaba para que pudiera ver que iba armado. «Serás hijo de puta» le insulté en mi mente.
—Estamos aquí solos tú y yo Vi, ¿qué te parece recordar los viejos tiempos y después más relajados pactamos un precio?
«Sexo, por supuesto» cerré los ojos un segundo para tranquilizarme y no liarme a hostias con el gilipollas que tenía delante. Los volví a abrir lentamente buscando su mirada. No solo pedía favores sexuales a cambio del cuadro, tenía los cojones de intentar amedrentarme enseñándome un arma para que claudicara. «Está claro que tengo que recordarle quien manda aquí».
Suspiré con aire soñador como si estuviera realmente valorando sus palabras. Pasé la mano por la pared de la gruta que a pesar de estar hecha de piedra habían pulido para que tuviera un acabado suave.
—Es una pena lo de los terremotos —comenté como si no hubiera escuchado sus últimas palabras—. No han causado daños muy graves… aún. Sería una pena que todos estos cuadros acabaran rodeados de escombros, sepultados, bajo tierra. ¿No crees?
Separé la mirada de la pared para ver su cara de horror.
—Tú no puedes…
—No tienes idea de lo que puedo o no puedo, Ramón. Ni puta idea. No me conoces. No sabes ni mi nombre. ¿Echamos un par de polvos hace años y crees que te debo algo? En tus sueños.
Puse la palma de mi mano abierta contra su pecho, sobre su corazón. Él ya tenía cierta edad pero seguía notando sus fuertes músculos bajo la camisa de seda. Si le daba por ponerse violento podía tener problemas. Palmeé con suavidad aquella zona pegándome a él. «Joder, sigue oliendo tan bien» pensé respirando su aroma. Una es súper villana, pero humana.
—No quiero que esto de aquí deje de latir por una tontería como quién tiene qué. Ahora ponte a cuatro patas.
Señalé el suelo frente al cuadro. Lo tenía totalmente aterrorizado. Nadie sabía cuáles eran exactamente mis súper poderes ¿provocar terremotos? ¿Parar el corazón con la mente? Para él cualquier posibilidad era viable porque hizo caso y se arrodilló.
Me subí sobre su espalda para descolgar el cuadro que levanté con facilidad. Por suerte para mi amigo, aquel día no me había puesto mis tacones de aguja. Bajé al suelo y con toda la delicadeza que mi enfado interior me permitía le puse un dedo bajo la barbilla para que levantara la cara.
—Ten cuidado con lo que construyes bajo tierra, es peligroso.
Dejé aquella absurda amenaza salir de mis labios convencida de que en una semana se habría mudado de casa.
—No te muevas, conozco el camino de salida.
Allí se quedó en una posición sumisa, como el perro que era, al menos hasta que las puertas del ascensor se cerraron y lo perdí de vista. Salí de la casa sin mirar atrás pensando «no hay mayor superpoder que el miedo».
Fuentes de noticias usadas:
- «Nueva tribuna» – Por qué se producen tantos terremotos en Granada.
- Instituto Geográfico Nacional (IGN).
Datos del relato para el reto:
- Título: Por amor al arte.
- Estrellas mes: ★★★ (3 = micro + relato + recomendación + comentarios).
- Palabras: 1493.
- Objetivo Relato: Número 3 (Escribe un relato que suceda bajo tierra).
- Objeto oculto 1: Número 5 (Beso).
- Objeto oculto 2: Número 6 (Sirena).
- Extras: Protagonista femenina, continuar la historia del micro y relato de Enero.
- Comentarios en relatos:
- A golpe de engranajes de @jesusakacarton (Enero).
- Una noche escalofriante de @Kalen76 (Enero).
⚠AVISO DE CONTENIDO SENSIBLE⚠
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Llamada silenciosa.
Microrrelato de Febrero:
Me encerré en la que se había convertido en mi habitación. La vergüenza me mantenía presa tras sus barrotes invisibles. Miré la hora en el móvil y decidí enviar un mensaje a Fátima:
¿Cómo va todo?
Necesitaba a mi amiga. Un lugar seguro, un abrazo.
Bien. Te echamos de menos. ¿Tú?
Suspiré. No quería preocuparla, pero la necesitaba.
Genial.
La echaba mucho de menos, era todo lo que tenía en la vida, mi mejor amiga. No quería cortar la conversación, la conexión.
Solo quería decirte que te quiero mucho, así de gratis, jajaja.
Ella entendió la situación y lanzó una de video llamada.
—¡Hola Mari! —Me saludó sonriente—. ¿Qué te pasa? ¿Has llorado?
Negué con fuerza moviendo la cabeza de un lado a otro.
—¿Te tratan bien allí?
Moví la mano indicando «regular» y suspiré. Nunca había tenido demasiada seguridad en mi misma y súper villana pinchaba todos mis puntos débiles a placer. Emití un quejido ahogando un sollozo.
—Mari… ¿quieres que juguemos a los chupitos a ver si se te suelta la lengua? Busca algo por allí, cuélate en la cocina.
Miré alrededor, recordaba una mini nevera. Se la enseñé a través de la cámara a Fátima.
—¡Qué fuerte! Parece un hotel. Busca algo con alcohol para los chupitos.
Saqué las botellas de agua mineral, un par de latas de refrescos y al fondo encontré una botella desconocida. La giré para ver la etiqueta.
—¿Eso es gazpacho embotellado Mari?
Me reí con ganas, «puto gazpacho».
Datos del microrrelato para el reto:
- Título: Llamada silenciosa.
- Palabras: 247.
- Objetivo Micro: Nº 4 (Escribe sobre el amor de la amistad: amor no romántico sin lazos familiares).
- Objeto oculto: Nº 4 (Chupito).
- Estrellas: ★ (cumple).
- Recomendación: @jesusakacarton (Jesús) en Enero.
- Enlace al relato recomendado: A golpe de engranaje de Jesús.
- Comentarios en microrrelatos:
- Mi salvadora de Erica (Enero), que además está relacionado con este micro.
- Esto es lo que temía de Jesús (Enero).
- Entrega a domicilio de Kalen (Enero), que también está relacionado con este micro.
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