«¿Crees que mereces vivir?» fué la pregunta que me lanzó mi terapeuta, así como quien pregunta la hora o el tiempo que va a hacer mañana. Sin ninguna inflexión específica en la frase, simplemente me la arrojó a bocajarro.
Me quedé pensando largamente. La verdad es que últimamente no pensaba más que en la muerte una y otra vez. Incluso tenía pesadillas en las que me agredía yo misma hasta morir.
«¿Crees que mereces vivir?»
Me quedé enganchada en la palabra «merecer». No estaba segura de haber hecho nada especial para vivir más que nacer. Y eso había sido una suerte en la que te toca venir a este mundo, se crea tu conciencia poco a poco y te vas haciendo a ti misma como persona. Vas creciendo, aprendiendo, cometiendo errores, haciendo daño a gente, recibiendo daño de otros…
Y yo había tomado muchas malas decisiones.
Decisiones en las que ponía a otros por delante de mis propias necesidades. En las que ponía las necesidades de mi enferma mente por encima de las necesidades de mi propia supervivencia…
Decisiones en las que hacía daño a las personas que más quería, que era lo último que quería hacer pero lo primero que me salía. En muchas decisiones me hacía daño yo misma. De ahí venían mis pesadillas, de decisiones reales que había tomado con una cuchilla en la mano, lágrimas en los ojos, falta de oxígeno en los pulmones y anestesia en mi corazón.
Y entonces la sangre corría y yo venía de vuelta a la realidad como si algo me arrastrara y me devolviera a mi cuerpo desde allá donde estuviera levitando entre tanto dolor y oscuridad.
No sé muy bien qué hay de merecedor en todo esto.
«¿Crees que mereces vivir?»
En todo caso, creo que merezco una nueva oportunidad. Una en la que pueda tomar mejores decisiones. Una en la que reciba la ayuda que necesito. Que las pastillas que tomo hagan efecto para bien y no jueguen con mi mente de mala manera.
La merezco porque todo el daño que he hecho jamás a sido adrede. Jamás he querido dañar a nadie ni que los demás resultaran heridos a causa de mis malas decisiones.
Creo que ya he pasado suficiente dolor y me han ocurrido las suficientes cosas como para haber aprendido mucho de la vida, y poder devolver algo a cambio, tal vez en forma de palabras escritas, como me propuse a principios de año. Quizás pueda plasmar todo ese dolor que me han traído las malas decisiones en algún lugar para que otros puedan aprender de ello sin tener que pasarlo. O quizás pueda pasar que, personas que están asando por lo mismo que yo ya he pasado me lean y diga basta ya antes de que sea demasiado tarde para ellas como lo ha sido para mi en alguna ocasión.
Porque aún no es demasiado tarde, ¿verdad? Dime que no es demasiado tarde, por favor. Que aún me queda tiempo.
«¿Crees que mereces vivir?»
— Sí, lo creo.
Este relato está enmarcado en el reto Literup de 52 relatos en un año.
Objetivo 5: empezar con una pregunta y terminar con la respuesta.
Deja una respuesta