De un tiempo a esta parte me agobia la edad cuando me pongo a escribir. Voy a cumplir 35 años este año y cuando miro hacia atrás para hacer un recuento de «logros literarios» o crear un CV literario no hay gran cosa.
Cuando digo «gran cosa» es una apreciación completamente subjetiva y personal. Es muy gracioso porque es posible que estos mismos logros citados bajo otro nombre me parecerían más que suficientes.
Pero como se trata de mí misma, el baremo es diferente y la barrera que tengo que saltar está más arriba.
¿La edad influye a la hora de crear?
No escribo igual ahora que hace 3 años y tampoco lo hacía a los 16 como a los 10. Cuanto más escribo, mejor lo hago (al menos eso quiero pensar). La experiencia es un grado y si, además, has ido revisando tu trabajo y recibido un feedback que te ha hecho ver los fallos que sueles cometer, más has podido aprender de ella.
En 2019 me presenté a la Antología Palomas con un relato al que le había dado mucho cariño, había pasado por los betas de siempre y además alguien externo que no era una «amiga» (nos conocíamos apenas de hecho) pero me beteó y corrigió con muchísimo cariño. Desde aquí mi mayor gratitud para Esther Sánchez por su tiempo y aportaciones superconstructivas.
Ese relato fue seleccionado y resultó ser mi primera antología. ¿Casualidad? Yo creo que no, estoy firmemente convencida de que ahí se unió, por una parte, mi experiencia escribiendo y por otra un maravilloso feedback.
También he leído mucho más ahora que hace años. He tenido un montón de nuevas experiencias lectoras con diferentes mundos, formas de narrar, autores y perspectivas.
Así que estoy convencida de que sí, la edad influye.
¿A más edad mejores obras?
En esta pregunta puedo dar un no rotundo. La edad evidentemente influye, pero no en todo el mundo por igual. Tener más años significa escribir mejor.
De hecho, basta con dar un pequeño paseo por la comunidad de Twitter para descubrir un montón de autoras que han publicado por primera vez a los 18 (o antes) y luego han seguido escribiendo y publicando a los 23 o 25…
Creo que es una edad muy temprana para estrenarse en el mundo literario. Me parece genial, no lo juzgo… Me da envidia que estas personas lo tengan tan claro, luchen por su sueño y escriban.
A la par te puedes encontrar con personas que han llegado un poco más tarde (en su recorrido vital) al mundo literario, pero igualmente están en ese punto… solo que tienen 35, 45…
No puedo comparar autores en cuanto a calidad literaria… porque en realidad no tengo ni idea de lo que eso significa realmente. Comparar saltándose géneros, mezclando audiencias o libros autoconclusivos con sagas me parece absurdo.
Por eso digo que están en el mismo punto literario que para mí quiere decir cosas tan variadas como:
- Está con X proyectos.
- Tiene X fanfictions publicados.
- Sale en X antologías.
- Ha autopublicado X novelas.
- Le han publicado por editorial X libros.
- Han traducido su obra a X idioma(s).
¿Cuándo me empezó a importar la edad de quien escribe?
Me da un poco de rabia porque cuando leí en su momento «El señor de los anillos» en mi adolescencia… no me planteé qué edad tenía el autor cuando lo escribió. Vamos, es que me daba absolutamente igual.
Cuando me convertí en fan absoluta de Harry Potter al nivel de comprar en inglés la última novela porque no podía esperar a que la tradujeran y leer con un diccionario al lado… tampoco fui a mirar la biografía de la autora para ver su edad… En este caso sí recuerdo haber leído en revistas que llegaba al éxito de forma «tardía», pero me temo que puede deberse a que era autora y no autor.
Pensando en esto me he dado cuenta de que ha sido cuando he querido volver a la escritura con una mirada profesional, cuando me he empezado a plantear este tipo de cosas.
Admirar profesionalmente a alguien más joven me chirría interiormente porque no puedo aspirar a llegar donde está… porque no tengo una máquina del tiempo para volver atrás.
¿Y si hubiera…?
Es cierto que cuando yo tenía 18 sí escribía… pero me presenté a un concurso de relatos, gestioné el rechazo pensando que yo no servía para aquello, no tenía talento y no merecía la pena. Me rendí.
Yo no sé si estas personas pasaron por algo similar, pero lo gestionaron distinto y siguieron luchando. O quizás probaron por primera vez a los 22… o en ese primer intento no tuvieron un rechazo y eso les dio confianza para seguir.
Tiene el mismo sentido fustigarme por haberme rendido que envidiar a las personas que han seguido una trayectoria diferente: ninguno. Cada una tenemos nuestra vida y nuestros obstáculos, hemos tomado decisiones diferentes y por eso estamos en lugares distintos.
Lo razono y es muy bonito y tal, pero no me quita la inseguridad.
Hago la reflexión y me deja un poco de paz mental porque me centré en otras cosas como la carrera y conseguí trabajar de lo mío muy pronto y un desarrollo laboral que en plena crisis mucha gente hubiera dado un brazo por tener.
Incluso si tienes aparentemente el mismo camino que otra persona… el desarrollo creativo o de una habilidad creativa como es la escritura.
Y no olvidemos el factor suerte o estar en el lugar adecuado en el momento indicado.
Aun así, la edad me pesa.
Y en los momentos en los que creo que es mejor abandonar antes de seguir este camino incierto… pienso en la yo de 18 años que se rindió y lo mucho que me hubiera gustado que no se rindiera.
También me da por pensar en todas las personas que se han encontrado en mi lugar en algún momento… y perseveraron o las que empezaron incluso más tarde, como Leigh Bardugo que nació en 1975 y no publicó su primera novela hasta 2012 (37 años) para luego crear un mundo imaginario maravilloso que se conoce como Grishaverse y cuya adaptación a la pantalla nos ha traído Netflix.
No solo es ejemplo por lo mucho que me gustan sus novelas y por su trayectoria, también porque comparte grandes reflexiones en su Instagram y con una de mis favoritas me despido:
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