Le pongo el nombre de «pánico escénico» porque dentro del mundo que conozco es lo que más se parece a lo que me pasa de vez en cuando. No es que quiera inventar nada nuevo entre los mil y un términos que ya tenemos.
En un proceso artístico como puede ser el de la escritura (y me imagino que en otros campos también pasará) hay distintas fases. No me refiero solo al momento de crear una obra concreta si no también a la evolución personal.
Muchos escritores famosos dicen que empezaron a escribir desde muy pequeños, pero no todos comenzaron a publicar a la misma edad. Ni siquiera terminaron su primer manuscrito a la vez. Lo que me lleva a pensar que por mucho que la semillita de escribir esté en tí hay mil cosas que ocurren fuera y dentro que influyen.
¿Qué quiero decir con pánico escénico?
Me refiero a ese momento en el que te vas a poner a escribir pero te vuelves consciente de que alguien lo leerá y la simple idea te aterra. Saber que hay un público, aunque sea de una sola persona, acojona.
Incluso si esa única persona que te va a leer eres tú misma. Y no quieres leerte para no saber si lo que has escrito es bueno o malo. No quieres juzgarte y mucho menos corregirte porque entonces serás consciente de los fallos. Si tienes fallos significa que no eres buena. Y si no lo eres ¿deberías escribir?
Ese miedo a que alguien sea testigo de lo que estás haciendo. Que tu creación, sea la que sea pueda ser leída o vista por alguien (otros o tú misma). Que en algún punto del proceso pueda ser juzgada.
La idea de un público te congela y entonces ya no hay creación.
¿Y en qué consiste ese «pánico escénico»?
Pues tú sigues con la hoja en blanco delante y el cursor parpadeando o el boli en la mano sin saber muy bien qué hacer. Pero hay personajes, tramas, escenas, paisajes, mundos… mil cosas bullendo en tu cabeza y tienes la necesidad de plasmarlas en algún lugar.
Así que optas por algo intermedio. No vas a escribir. Pero vas a anotar todos los detalles importantes de la historia para que no se te olviden y poder tener toda la información para cuando te pongas a escribir.
Aquí hay todo un mundo de posibilidades, algunas implican escribir y otras nada que ver. Podrías:
- Crear un tablero de Pinterest con: fotos de personajes, de lugares, imágenes inspiradoras…
- Y si no encuentras fotos de los personajes no pasa nada porque te vas a Picrew o Artbreeder y los creas tú.
- Hacer unos cuantos aesthetics en Canva aprovechando las imágenes tan bonitas que has encontrado en Pinterest.
- Poner un tweet con uno de esos preciosos aesthetics que has hecho en el que dices que se te ha ocurrido una idea o proyecto o como te guste llamarlo.
- Ir a Spotify y hacer una lista de música con canciones que encajan con los personajes o el mundo o la época.
- Bichear en Goodreads libros de temáticas similares para ponerlos en tu lista «Want to read«. Pero que no vas a leer para no copiar ideas.
- Ir a Behind the name para mirar cómo podrían llamarse tus protagonistas y los significados ocultos que podrías darle.
- O buscar nombre para cualquier otra cosa: lugares, mascotas, poderes mágicos, razas… La imaginación es el límite.
- Quizás todo ocurre en un lugar imaginario y aunque no se muevan del pueblo en toda la historia necesitas tener el mapa del mundo entero.
- Decidir que quieres hacer una portada (provisional). Pero las imágenes de Pinterest tienen copyright seguro así que te vas a Unsplash o cualquier banco de imágenes a buscar algo que encaje con tu historia.
- Hacer las fichas de los personajes. De los secundarios también. Y en un documento a parte escribir en líneas generales el pasado de cada uno de ellos aunque vayan a salir de refilón en la historia.
- Finalmente deberías documentarte sobre lo que vas a escribir. Quizás nadie se vaya a preguntar la ropa que llevan tus personajes, si el arma que has elegido infringe la herida que dices y ésta cura a un ritmo lógico o es mortal. Tal vez debas averiguar los detalles del vehículo en el que vas a llevar a ese personaje al médico.
Cuando estás escribiendo un retelling de cuentos clásicos y tus personajes deciden hacer cosas y entonces tienes que documentarte (obligadísima)… pic.twitter.com/VCpqtyMIhk
— PiRRa Smith 🏳️🌈 #JustKeepWriting (@PiRRa) July 17, 2020
Y seguramente hay cosas que se me ha olvidado poner en esta lista pero creo que he cubierto probablemente el 90% de lo que hago cuando me digo «voy a escribir»… pero en realidad no escribo.
Dirás… bonita, a esto se le llama procastinar.
Y yo diré que tienes toda la razón, podría ser procrastinar… si no estuvieras haciendo todo esto por miedo. Lo que me lanza a la vorágine del trabajo previo no es las ganas de preparar el proyecto, si no el miedo a realmente empezar a escribirlo.
Puedes hacer todo lo que quieras de la lista como preparación. Y será genial porque yo creo que por muy brújula que seas algo a parte del documento que estás escribiendo tienes que tener. Aunque sea la lista de los personajes con sus edades.
Quizás no sea pánico escénico y simplemente se llame inseguridad. El caso es que esto frena mucho a la hora de escribir y hace que a veces ni siquiera puedas empezar con eso que quieres contar. Otras veces te quedas estancada en algún punto y no te deja continuar. Y en ambos casos lo grave es que no te deja terminar nada.
Si no terminas nada no hay nada que enseñar, y el miedo se va.
No tengo remedio para esto por el momento salvo ir saltando de un proyecto en otro para engañarme porque si el avance se diluye entre varias historias se avanza mucho más lento.
Como punto curioso debo decir que este post ha sido escrito mientras tenía un documento abierto y no he sido capaz de continuar con la historia porque cuando la acabe tengo que enviársela a alguien y bueno… me acojona. Si eso no es pánico escénico…
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