Hay pocas cosas que me gusten más que sentir tu calor en el invierno, Es como una invitación al hogar. A la niñez. A los recuerdos felices.
Siento que soy demasiado empalagosa con estos pensamientos, pero te miro y es todo lo que me llena la mente.
A solas, en esta cabaña, puedo soñar que se hacen realidad todas mis fantasías.
Que me abrazas como si no hubiera un mañana entre tus fuertes y musculosos brazos, que haces de ellos una jaula de la que jamás querría escapar. Quizás me atreva a ir más allá y soñar que me alzas la barbilla con una de tus grandes manos para que quede expuesta y me besas. Con ternura y a la vez con pasión. Delicadamente pero lleno de energía. Esa energía que derrochas con tan solo entrar en una habitación.
Te miro desde el sofá tapada hasta arriba con la manta.
Tú no te das cuenta de lo que pasa por mi mente cuando te miro. Menos mal. Me sentiría terriblemente avergonzada de que conocieras mis deseos más tórridos. Jamás me había sentido así con nadie. Ni siquiera con Daniel.
Daniel.
Cierro los ojos porque se me agolpan las lágrimas cada vez que pienso en él. En él y en Sara. Todo fue culpa mía. Ojalá hubiera aprendido las cosas antes. Ojalá hubiera ido más rápida en mi entrenamiento con Dora para poder ayudar.
Pero fui tan inútil entonces como lo soy ahora y por eso nos encontramos escondidos en esta cabaña.
De repente tiemblo bajo las mantas. Los recuerdos de los últimos días me abruman. Las lágrimas acuden a mis ojos directamente catapultadas desde el nudo de mi garganta. Me cuesta respirar.
Sara.
No puedo creer aún lo que le ha ocurrido. No puedo creer lo que hizo y dijo Daniel. No puedo.
Parece que notas que mi mente vuelve a ir a la deriva entre pensamientos y sentimientos desagradables porque te acercas a mí y te sientas en el sofá conmigo. Me coges los pies embutidos en calcetines térmicos y los frotas. Eres tan bueno, Tom, que no te merezco. No merezco nada bueno ahora mismo. Me siento miserable. Siento que no debería estar aquí, disfrutando de ti, de tu calor, de tu olor y tus atenciones. No me siento digna de ello.