Quizás sean las pastillas. Últimamente me da la sensación de no ser yo misma, de ver algo al otro lado del espejo, algo que no debería estar ahí. Que me da miedo y me enmudece tan solo de recordarlo.
Me da miedo hablar con mi psiquiatra sobre lo que veo al otro lado del espejo.
No quiero que siga subiéndome la medicación, ya tomo muchas pastillas. Sé que podrían ser más pero entre unas y otras llevo un cóctel interno en la cabeza que no me extraña que esté viendo cosas que no son. De todas maneras ver cosas que no están ahí realmente siempre es malo, y no quiero lidiar con más miradas de pena o de miedo por parte de los demás.
Pareciera a veces que mis deseos se hacen realidad. Me siento física y mentalmente exhausta en esta lucha que es mi depresión. Ya dura muchos años como para seguir creyendo que hay una salida a todo esto.
Hace tiempo que quiero terminar con mi sufrimiento. No es ninguna nueva noticia, lo he querido hacer desde el principio de mi sufrimiento pero cada vez se va tornando la idea más como un plan. Uno en el que las pastillas y las cuchillas son los principales aliados.
No es de extrañar que sueñe casi todos los días con que me quito la vida, teniendo en cuenta que es lo que estoy pensando la mayor parte del día. Con lo que no contaba es con que se hicieran realidad mis deseos sin yo proponérmelo.
Ayer al salir de la ducha, cuando el espejo empezó a hacerse visible después de tanto vapor fui a secarme el pelo y ahí estaban. Cicatrices en mis muñecas, con marcas de sangre seca. Me miro las manos y mis brazos. No hay nada en ellas. Vuelvo a mirar al espejo y ahí están. Incluso me veo más pálida de lo que soy realmente… ¿O habré palidecido al tener esa visión de mí misma?
La imaginación y la realidad chocan como dos trenes, descarrilando todos mis pensamientos.
Sé que las pastillas que tomo son para los brotes psicóticos. quizás esté sufriendo uno y debería hablar con mi médica, Quizás esta medicación no es la adecuada para mi cerebro porque le hace ver cosas que no son.
Hoy estoy en el baño de nuevo, frente al espejo aterrada de mirar mi propio reflejo. Llevo manga larga así que no debería ver nada en mis muñecas. Levanto la vista y no hay nada fuera de lo normal en mi reflejo. Tal vez estoy un poco más pálida de lo normal, quizás se me marcan las ojeras más de lo que me gustaría. Tengo los ojos aún hinchados de la llorera que me pegué. Todo parece normal hoy.
Toca hacer la prueba de fuego. Me levanto la manga y miro mis muñecas, están libres de marcas, no hay cicatrices, ni sangre. Miro mis manos en el espejo. Están completamente rojas, cubiertas de sangre, y ahora es mi cara la que está llena de cortes y desfigurada.
Doy un grito y salto en la cama. Estaba dormida. Era un sueño, un simple sueño. Me miro las muñecas y están libres de marcas, mis manos limpias. Me toco la cara y no noto nada extraño.
— ¿Qué pasa cariño? —me dices medio somnolienta.
— Nada mi amor, es solo una pesadilla —la tranquilizo sabiendo que no estaré absolutamente segura de que mi cabeza está en su sitio hasta que vuelva a mirar el espejo.
Este relato está enmarcado en el reto Literup de 52 relatos en un año.
Objetivo 3: Tu protagonista se mira en el espejo y ve algo que no debería estar ahí.
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